Sunday, October 25, 2015

El Huracán Patricia y el país de los quejosos

Sin lugar a dudas, el tema que ocupó los espacios noticiosos durante los días recientes fue la llegada del Huracán Patricia a territorio nacional. El más grande huracán del que se tenga registro amenazaba los estados de Nayarit, Colima y Jalisco, y en menor medida otros como Zacatecas o Aguascalientes.

El tamaño de Patricia y la fuerza del viento que provocaba alertó de inmediato a instituciones locales y federales, que de inmediato llevaron a cabo distintas estrategias para proteger a la población desde horas antes de la hora estimada para la llegada del huracán a las costas mexicanas.

La amenaza era grande y Patricia, con categoría 5 tocaría tierra el viernes por la tarde, por lo que se esperaba un fin de semana complicado en los estados antes mencionados. Por fortuna, no pasó a mayores y tras llegar a las costas mexicanas Patricia perdió fuerza y fue degradándose hasta terminar como una depresión tropical.

Estando en la Ciudad de México, lejos del riesgo quizá sería complicado saber que pasa por la mente de los habitantes de las costas cuando se acerca un fenómeno como es un huracán, no obstante, por contradictorio que suene, me da la impresión que tampoco es tan difícil y que el sentimiento de miedo e incertidumbre debe estar a la orden del día.

Los gobiernos -federal y los locales por igual- hicieron el trabajo de prevención y apoyándose en los medios de comunicación difundieron las recomendaciones de seguridad para la población. Por fortuna, el huracán más grande de la historia no causó mayores problemas y se reportó saldo blanco.

Lo triste es que lejos de estar agradecidos por esto, algunas personas han comenzado a difundir mensajes que nos dicen que Patricia no era más que una cortina de humo y que el gobierno únicamente se dedicó a alarmar a la población para conseguir 'x' número de beneficios, cuando por el contrario habría que aplaudir el trabajo de prevención y difusión que se hizo ante la llegada de Patricia.

No cabe duda que vivimos en un país de conspiraciones en el que aún cuando no sucede alguna desgracia, los mexicanos encuentran la manera de quejarse y de dividirse. ¿Preferían que no se hubiera prevenido y que en realidad hubiera pasado un desastre?. No lo entiendo, y poniéndome en el lugar de las personas que se encontraban en riesgo preferiría, mil veces, prevenir y estar a salvo que el tener que lamentar.

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