Finalmente terminó la pesadilla llamada Apertura 2015 para Necaxa y con el peor torneo del equipo en su historia en el Ascenso MX, los aficionados rojiblancos tendremos que conformarnos con poner nuestras esperanzas en el próximo torneo, después de que éste, nuestros Rayos ni siquiera hayan sido capaces de llevarnos a la liguilla por el título.
Ubicados en la décima posición general y habiendo cerrado el torneo con cinco derrotas consecutivas -la última de ellas el pasado viernes en Los Mochis- Necaxa firmó un torneo para el olvido, en el que los constantes roces con la afición, un muy mal nivel de juego y problemas extra cancha estuvieron a la orden del día.
Increíblemente el equipo llegó con su destino en propia mano a la última jornada tras haber caído en sus cuatro compromisos previos a enfrentar al conjunto sinaloense de Murciélagos, y con la llegada de Hugo Saucedo como técnico interino tras la salida de Miguel Fuentes, jugaron posiblemente el peor juego de la campaña ante 'El Equipo del Caballero de la Noche'.
Necaxa se murió de nada, así de sencillo. Perdía de manera temprana en Los Mochis y sin idea alguna intentaban llegar a la meta rival mientras algunos jugadores trotaban sobre el terreno y otros -los menos y los de siempre- luchaban contra todo y contra todos para intentar sacar a flote un barco que se había hundido hacía ya varias semanas.
Hoy, me parece que es imposible que se siga creyendo que solamente había un culpable del mal torneo que realizó el equipo y en lo personal, tengo una idea clara de quienes no deberían vestir más esta camiseta el próximo torneo, mismo al que después de este rotundo fracaso llegaremos sin margen de error, con la obligación de ganar el título o condenarnos a un año más en el infierno en el que para nosotros se ha convertido el Ascenso MX.
Es cierto que era difícil creer que en un solo juego -tras la salida de Fuentes- cambiara radicalmente el accionar del equipo, pero al menos uno habría esperado que los jugadores cambiaran el chip y salieran a jugar con otra actitud. No juzgo los errores -el de Gallardo, increíble- pero si la actitud displicente de muchos de los integrantes del plantel.
Necaxa fracasó y punto. Y el fracaso debe ser compartido por la directiva, cuerpo técnico, jugadores, y también por la afición. Si, la afición no tendría nada que ver con el accionar del equipo, pero poco a poco se encargó de poner presión de más al equipo, lo que sumado a la falta de resultados y el pobre nivel de juego, terminó por convertirse en una nube espesa sobre la cabeza de los jugadores.
La directiva se equivocó al no saber manejar de buena forma algunas situaciones que se presentaron durante el torneo, como el problema legal de Alejandro Molina y Luis Gorocito, o las declaraciones de Miguel Fuentes, quien se enganchó en no pocas ocasiones con la afición. Ambas situaciones, desde luego afectaron al grupo, cosa que pudo haberse evitado si la directiva hubiera actuado de una mejor manera ante esos problemas.
Desde antes de que se jugara la Final de Ascenso ante Dorados -el torneo pasado-, en el Podcast PR, un servidor y mis compañeros Murdok Heras y Alex Rodríguez, no nos cansamos de decir que el equipo necesitaba ayuda profesional para enfrentar a los sinaloenses y para que el Estadio Victoria lejos de ser hogar de nuestros fracasos se convirtiera en una fortaleza a favor del equipo. Nadie en la directiva se dio cuenta del problema y apenas se mencionó algo al respecto en la conferencia de prensa posterior a la derrota con Mineros hace un par de semanas.
Necaxa fracasó, así, con todas sus letras y ahora deberá ir por todo el torneo siguiente, tratando de convencerse primero a si mismo, y después a una afición que está dolida y que a la menor provocación volverá a poner el ambiente tenso en cada encuentro que dispute el equipo.
La posibilidad de ver la liguilla por televisión sonaba muy irreal hace algunas semanas y hoy es la realidad de Necaxa, un equipo que como dije antes terminó muriéndose de nada y que probablemente sea un fiel reflejo de lo que nosotros, somos como afición.
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