Siete largas fechas tuvieron que pasar para que Necaxa supiera por fin lo que es ganar en el Apertura 2016 de la Liga MX, después de que el pasado sábado se impusiera por dos goles a uno a los Gallos Blancos de Querétaro en el Estadio Corregidora de la capital queretana.
El triunfo permite a Necaxa respirar un poco más tranquilo justo cuando llega la primer pausa por Fecha FIFA del torneo, liberando presión hacia el interior del grupo y apretando una vez más a los demás involucrados en la tabla de cocientes que definirá el descenso en mayo del próximo año.
Es cierto que nuestros Rayos siguen al fondo de la tabla porcentual, pero al tener ‘1’ de porcentaje y con lo volátil que es el mismo para nosotros, un triunfo pone al equipo encima de rivales como Morelia o Jaguares, sobre quienes caería la presión de estar último en esa tabla.
No fue el partido más brillante de Necaxa es cierto, pero quizá, el fútbol o la suerte misma le dieron al equipo algo de lo que le habían quitado en jornadas anteriores cuando por funcionamiento, todos sabíamos que el equipo merecía mucho más que las cuatro unidades con las que llegó el sábado al duelo ante Querétaro. Lo sé, el fútbol no es de merecimientos, pero tampoco podemos creer que éramos los peores del torneo.
La manera en la que se da el triunfo es un tanto fortuita, y es que después de que en el primer tiempo el equipo se pusiera en ventaja con una anotación de Edson Puch en una jugada en la que definió de maravilla tras recibir un gran servicio de Jesús isijara, Necaxa pareció mostrarnos una cara diferente en el arranque de la segunda mitad de partido.
Una vez más, y tal como sucedió ante Pumas en la cuarta fecha del torneo, Luis Alfonso Sosa mandó un cambio tan defensivo, como inexplicable, al sacar a un jugador de ataque (Fabián Espíndola) para darle ingreso a un defensor (Fernando Meza) cuando faltaba aún más de media hora para el final del encuentro, cediendo por completo la iniciativa, y la posesión de balón a un cuadro queretano que si bien había generado peligro en los primeros minutos, en ese momento del encuentro no lucía peligroso en ataque.
Un golazo de larga distancia de Armando Zamorano se conjugó con un error de Marcelo Barovero a falta de 13 minutos para poner a temblar a todo el necaxismo. Los realistas, los optimistas, y los pesimistas temblaron por igual al revivir la misma historia que habíamos pasado en el mencionado juego contra Pumas. El técnico se equivocó y con ello Necaxa le dio vida a un equipo que estaba muerto y que tras el empate estuvo a nada de darle la vuelta al marcador.
Daba la impresión de que una vez más terminaríamos el partido con un empate amargo que en lo personal me hizo pensar que sería el adiós de Luis Alfonso Sosa del banquillo del equipo. Y es que más allá de los modos o los estilos de juego que pueden o no gustarnos, la lucha por la permanencia se hace con puntos y sin triunfos en siete partidos, dejándose empatar por ceder la iniciativa en un par de encuentros, hacía que pareciera muy complicado pensar en la continuidad del que nos diera el ascenso hace apenas unos meses.
Querétaro nos ‘apedreaba el rancho’ en los minutos finales y parecía tener todo para conseguir una voltereta y llevarse el triunfo, no obstante, y por fortuna, Luis Felipe Gallegos dijo otra cosa y en una buena combinación con Jairo González, metió un golazo que valió tres puntos que me parece, salvaron la cabeza de Luis Alfonso Sosa.
Por ahora habrá pausa y el equipo podrá trabajar con mayor tranquilidad para recibir a Santos en un encuentro que debe ser el primer triunfo como local en el torneo. Necaxa tiene que olvidarse de seguir dejando ir puntos en casa, y los laguneros, pese a que ya ganaron, lucen como el rival idóneo para ligar triunfos. Que así sea.