Ha pasado ya una semana desde el final del Apertura 2016 para Necaxa, mismo que llegó en el Estadio Azteca y ante el que para muchos -incluido yo- es el rival más odiado.
Necaxa cayó ante América, pero lo hizo peleando y llevando al rival al límite. Dirían los cronistas que se murió con la cara al Sol, y aun cuando para muchos eso no podría ser mas que palabras de consuelo, noto mucho positivismo entre la afición.
Necaxa luchó hasta donde le alcanzo y eso no podemos sino agradecerlo a cada uno de los integrantes del plantel y al cuerpo técnico -ese que además, aguantó criticas al por mayor al comienzo del torneo-. Al hablar de lo que fue la serie, me atrevería a decir que se fue mejor que América durante 150 minutos de los 180 que se disputaron, pero que carecimos de lo que ellos no: contundencia.
El partido del domingo no se ganó por dos razones: Uno, Moisés Muñoz, y dos, el balón que se estrelló en el poste durante el primer tiempo. La obligación de conseguir un gol hizo que el duelo fuera de matar o morir, y asi lo entendió Luis Alfonso Sosa al sacar a Michel Garcia, lo que abrió el hueco para el gol de William Da Silva. Se perdió intentando ir por el triunfo, y eso también hay que agradecerlo.
En mi caso nunca he necesitado de un resultado para ser un orgulloso necaxista, nunca he escondido mi afición, y nunca he abandonado al equipo en los malos momentos. No obstante, lo que hizo Necaxa durante el Apertura 2016 es para que todos vayamos con la frente en alto y junto a algunos aficionados rivales que reconocen, le aplaudamos a nuestro equipo.
Futbolísticamente hablando, el año se nos terminó y tendremos que esperar poco menos de un mes para ver a nueatro equipo en acción una vez más. Por lo pronto me quedo con la entrega de los jugadores, con el saber jugarle al rival por parte de nuestro cuerpo técnico, y con el trabajo de una directiva que en dos años nos llevó de jugar en el Ascenso MX a pelear el pase a la Final de la Liga MX, y digo pelear porque Necaxa así lo hizo, con todas y cada una de las letras que forman la palabra.
En lo personal, me quedo con la satisfacción de haber vivido un gran torneo de regreso y en general un gran año. Me quedo con las oportunidades de estar cerca de los jugadores y del equipo, de compartir esta pasión y estos partidos con amigos. Me quedo también con el trabajo que se hizo -y se sigue haciendo- en Pasión Rojiblanca, con las palabras de apoyo, y con la gente agradece el esfuerzo que hacemos.
Sin importar lo que uno piense o como lo exprese siempre va a haber críticas, y en los casi doce años que tiene de vida este proyecto he aprendido a diferenciar y a sacar lo positivo de cada comentario positivo o negativo, sin engancharme con quienes llegan a destruir y que un día nos dicen vendidos -cuando aplaudimo el trabajo que hace el club- y al siguiente nos tachan de malos aficionados -cuando criticamos alguna situación-.
Como dije, me quedo con lo bueno, tanto futbolísticamente hablando, como extra-cancha. Me quedo con la satisfacción de haber podido estar cerca un año más. Con las palabras de aliento que incluso algunos hoy ex-jugadores del equipo nos han hecho llegar.
El 2016, fue para Necaxa un gran año, un año redondo, salvo la para mi penosa manera en la que se renunció a la Copa MX en plena Final. Se fue Campeón de Liga -en el Ascenso-, Campeón de Ascenso y Semifinalista en Liga MX. ¿Podríamos pedir más?, claro, pero no ahora. Hay que entender los momentos y los procesos. Necaxa debe asegurar la permanencia antes de pensar en otra cosa y en ese sentido no tendríamos nada que reclamarle al club, al cuerpo técnico o a los jugadores.
Hoy no queda sino agradecer a nuestro equipo, al que alguna vez le describí a alguien como "ese histórico que viste una camiseta a rayas rojas y blancas". No podría irme sin agradecer a la directiva y al área de prensa del club, y a aquellos jugadores que están -y a los que ya no- que nos regalaron algunas palabras durante el torneo.
¡Gracias Totales, Necaxa!