Hace mucho tiempo que no venía por aquí, y también hace mucho tiempo que no escribo absolutamente nada. De hecho, creo que desde hace mucho el blogging está muerto y hoy todo son las redes sociales.
Comenzó 2025 y noto que tiene más de cuatro años que no venía a escribir acá. Tiempo en el que he pagado por un dominio que no tenía ningún uso y que muchas veces pensé en dejar de tenerlo, o bien, usarlo para algún otro proyecto, específicamente para uso comercial.
No sé que me hizo abrir el sitio y estando aquí sentí curiosidad por leer dos o tres textos publicados en este espacio, incluído el que fuera el primero que posteé afuera del que fue mi blog durante diez años y que después cambiaría por este. Es raro, pero sentí nostalgia, extrañé escribir, extrañé esa sensación de publicar algún texto y aquí estoy, sabiendo que posiblemente nadie lo vaya a leer.
Supongo que estoy aún más oxidado que antes pero es lógico. Desde mi última visita han pasado muchas cosas. Obviamente, porque de lo contrario no estaría aquí, sobreviví a la pandemia. Y tras algunos años en los que solo la miré de reojo, me reencontré con un viejo amor de la infancia -conocida como Doña Lucha (Libre)-. Me cansé un poco del futbol mexicano y de las miserías que mi querido Necaxa nos entregaba cada semana, antes de eso, y por algunas cuestiones personales, dejé el proyecto que tenía relacionado al que fue, es, y será el equipo de mi vida.
Sigo siendo mi propio jefe y por tanto tengo ocho años sin saber que es tener aguinaldo a fin de año. De hecho, desde que dejé mi viejo trabajo he trabajado más, y lo hago prácticamente todos los días, incluso aquellos en los que planeo no hacerlo. Para colmo, en no pocas ocasiones lo he hecho hasta altas horas de la noche y a causa de ello he dejado de hacer cosas que solía y que me gustaba hacer. Supongo que simplemente soy un maldito explotador.
Perdí a mi señora madre y la sigo extrañando cada maldito día desde su partida. Ese día que siempre temí llegó hace ya un año y ocho meses, aunque eso no significa que no la sienta conmigo y que no hable con ella a diario. Sigo extrañando los cafés de la mañana, las pláticas y las risas. Incluso ese mal genio que en ocasiones aparecía y que era tan idéntico al mío. No sé, pero supongo que nunca se deja de extrañar a la madre.
Por otro lado, sigo siendo el orgulloso padre de mi Blackito Bebé, aquel gatito negro que llegó a mi vida hace ya 12 años y que va y viene conmigo todo el día en casa. Me sigue gustando la cerveza, el futbol americano, y el ver películas, que es una de las cosas que dejé de hacer por trabajar y trabajar, y que este año espero retomar.
Supongo que volveré pronto por aquí, porque aunque a nadie le importe y aunque como dije antes, posiblemente nadie lea estas líneas, me sentí bien escribiéndolas. Creo que necesitaba esto.
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